GILBERT GARCIN
Biografía
MR G GILBERT GARCIN
Gilbert Garcin es un fotógrafo francés nacido en La Ciotat, en 1929 y que actualmente vive y trabaja en Marsella, Francia. Garcin es uno de los casos más sorprendentes de artistas tardíos. Toda su vida la pasó trabajando como vendedor de lámparas, y fue a su jubilación cuando el genio que llevaba dentro se emergió y dio rienda suelta a una pasión tan inesperada como explosiva. Como él mismo dice: “Trabajo más que cuando me dedicaba a mi negocio porque ahora no lo hago por dinero, sino por pasión, y la pasión no tiene límites”. Garcin, que hasta el momento de su jubilación solo poseía un puñado de fotos familiares y y de vacaciones anuales, se ha convertido en un fantástico creativo que ha echado por tierra la teoría de que el Arte contemporáneo es un terreno reservado para jóvenes.
La obra de Garcin está cargada de un sentido del humor implícito. Juega con el absurdo y lo extraño, explora los límites humanos en un ejercicio abstracto con el mismo expresionismo que nos obsequiaban los grandes del cine mudo como Chaplin o Jacques Tatí. Sus fotografías son comedias disfrazadas de tragedia griega, y en cada foto nos enfrenta a situaciones reales que rondan por nuestro interior. Gilbert Garcin es un contador de historias, un hombre con una profunda necesidad de comunicar. “Me sumergí en el arte de la fotografía como cuando te zambulles en el mar, de cabeza y al fondo, y enseguida descubrí que en mi etapa anterior yo había sido una esponja que había retenido un montón de cosas interesantes. Todas esas ideas e imágenes que yo había apilado a lo largo de mi vida terminaron, al final, por resurgir”.
Gilbert Garcin es un auténtico artesano. Sus montajes son a base de cortar y pegar, de tijeras y pegamento, nada de photoshop ni softwares de última generación. El mismo también es el protagonista de sus historias, solo a veces acompañado de su mujer. Viste traje y sombrero y un viejo gabán de su abuelo en homenaje a su admirado Magritte. Su protagonismo lo acaba convirtiendo en un personaje cercano y familiar, aunque el huye de un supuesto narcisismo “No conozco demasiado a ese señor. Podría haber contratado a un actor, pero entonces no lo tendría disponible las 24 horas del día. Yo no focalizo la atención del espectador sobre mí, sino sobre el vacío en el que vivimos”.
Garcin ha sido un hombre cultivado que apreciaba la pintura y la literatura a pesar de su condición de vendedor de lámparas. “Nada más acabar la carrera, creé mi pequeña empresa y he llevado una vida normal, pero, como otras muchas personas, siempre he albergado el sentimiento de que la vida es una comedia y que estamos aquí para cumplir un papel”. Y siempre ha sido un hombre de espíritu joven lejos de las actividades propias de las personas de su edad “Me horroriza”, dice, “frecuentar a gentes de mi edad que están siempre volviendo al pasado y preguntándote si te acuerdas de esto o aquello. No, yo no me acuerdo. Para mí, lo ideal es que el presente aplaste el pasado”.
Fotografías